La Sociedad del Sagrado Corazón, para responder a la llamada de la Iglesia después del Vaticano II, ha recorrido un camino de renovación, en fidelidad al carisma fundador. Este carisma, recibido por Santa Magdalena Sofía, ha dado a la Congregación que ella fundó, una fisonomía propia:
Este carisma, fuerza de unidad y continuidad, sigue siendo hoy fuente viva de inspiración y renovación. (Texto elaborado en el Capítulo 1982).